AMOR ARDIENTE

La señora, dio cuatro pasitos desde la cama al baño, y ahí empezó la tragedia. Primero fueron unas pequeñas convulsiones, siguieron las flamitas azuladas entre sus piernas, y por último, el desmayo y la gran combustión. Su marido -también de 72 años de edad- permanecía observando todo pero sin poder hacer nada. Cuando su amada esposa, ya era un montoncito de cenizas grises y humeantes, Don Gumersindo, después de tapar su desnudez con una toalla que permanecía en el piso, decidió llamar a la policía y al Cuerpo de Bomberos. Eso que ven en el centro de la habitación - les dijo señalando con el dedo índice derecho - son los restos mortales de mi mujer. La mujer más maravillosa y caliente que jamás existió en este planeta. Y ya no pudo resistir tanta presión emocional. El llanto y la tristeza, acompañaron al Sr. Gumersindo durante el resto de su vida.