Lo que tiene que ser... será

Volvía a casa un día muy frío, cuando tropecé con una cartera. Busqué por todos los medios identificar el dueño. La cartera sólo tenía tres dólares y una carta arrugada, que parecía haber estado allí muchos años. El sobre, muy sucio, la única cosa legible era la dirección del remitente. Comencé a leer la carta intentando encontrar alguna dirección. Entonces vi el encabezado. La carta había sido escrita hace sesenta años. Estaba escrita con una linda letra femenina en azul claro sobre un papel de carta con una flor en el borde izquierdo. Ella decía que su madre le había prohibido encontrarse con Michael, pero ella escribía la carta para decirle que siempre lo amaría. Firmando Hanna. Era una carta bonita, pero no había ninguna forma, (con excepción del nombre Michael), de identificar el dueño. Me puse en contacto con la Cía. telefónica, le expliqué el problema al operador y le pedí el número de teléfono de la dirección que había en el sobre. El operador dijo que había un teléfono pero no podía darme el número, le expliqué la situación e hizo una conexión de aquel teléfono conmigo. Le pregunté a la Sra. del otro lado si conocía a alguien llamado Hanna. Ella jadeó y respondió: ¡Oh! Nosotros compramos esta casa a una familia que tenía una hija llamda Hanna, pero eso fue hace más de 30 años. Y usted sabría dónde esa familia puede ser localizada ahora?, le pregunté. Lo que recuerdo es que Hanna tuvo que colocar a su madre en un asilo hace años, dijo la mujer. Tal vez si usted se comunica con ellos le podrían informar. Ella me dio el nombre del asilo y llamé. Ellos me contaron que la vieja señora había fallecido hacía algunos años, pero ellos tenían un número telefónico donde creían que la hija podría estar viviendo. Le agradecí y llamé. La mujer que atendió me explicó que aquella Hanna estaba viviendo ahora en un asilo. Todo esto parece estúpido, pensé. Para qué estaba haciendo este movimiento sólo para encontrar al dueño de una cartera que sólo tenía tres dólares y una carta de casi 60 años? A pesar de eso, llamé al asilo suponiendo que Hanna estaba viviendo allí, el hombre que me atendió me dijo: Sí, Hanna está viviendo con nosotros. Aunque eran más de las 10 de la noche, le pregunté si podía ir a verla. Bueno, titubeó él, si quiere arriesgar, ella podrá esta en la sala mirando televisión. Le agradecí y corrí al asilo. La enfermera nocturno y un guardia me esperaban en la puerta. Fuimos hasta el tercer piso. En la sala, la enfermera me presentó a Hanna. Era una dulzura, cabello plateado, con una sonrisa tranquila y un brillo en su mirada. Le hablé de la cartera y le mostré la carta. En cuanto vio el papel de carta con aquella pequeña flor a la izquierda, ella respiró hondo y dijo: "Esta carta fue el último contacto que tuve con Michael". Ella pensó un momento y entonces dijo suavemente: Lo amé mucho, pero en ese momento tenía sólo 16 años y mi madre creía que era muy joven. Oh, él era tan lindo. Se parecía a Sean Connery, el actor. Sí, ella continuó. Michael Goldstein era una persona maravillosa. Si usted lo encuentra, dígale que pienso mucho en el. Y... ella dudó por un momento, y casi mordiendo el labio, "dígale que todavía lo amo". Sabe? ella dijo sonriendo con lágrimas que comenzaron a rodar en sus mejillas, "nunca me casé. Jamás encontré alguien que correspondiera a Michael. Le agradecí a Hanna y le dije adiós. Cuando pasaba por la puerta de salida, el guardia preguntó, la viejita lo pudo ayudar? Por lo menos ahora tengo un apellido. Pero voy a dejar esto como estaba. Estuve casi todo el día tratando de encontrar al dueño de esta cartera. Cuando el guardia vio la cartera dijo: Espere un minuto. Esta es la cartera del Sr. Goldstein. La reconocería en cualquier lugar. El está siempre perdiendo la cartera. La debo haber encontrado por los pasillos al menos tres veces. Quién es el Sr. Goldstein? Le pregunté con mi mano comenzando a temblar. El es uno de los viejitos del 8vo. piso. Esta es la cartera de Michael Goldstein sin dudas. El la habrá perdido en uno de sus paseos. Agradecí al guardia y corrí a la oficina de la enfermera. Le conté lo que el guardia me había dicho. Fuimos al ascensor y subimos. En el octavo piso la enfermera dijo, "Creo que todavía está levantado. Le gusta leer de noche, es un hombre muy mayor". Fuimos hasta el único cuarto que todavía tenía luz y había un hombre leyendo un libro. La enfermera se acercó y le preguntó si él había perdido la cartera. El Sr. Goldstein la miró con sorpresa, puso su mano en el bolso de atrás y dijo, ¡Oh, está perdida! Este amable caballero encontró una cartera y nosotros queremos saber si es la suya. Entregué la cartera al Sr. Goldstein, el sonrió con alivio y dijo, ¡Sí, es mía! Debo haberla perdido hoy en la tarde. Le quiero dar una recompensa. No gracias, le dije. "Pero le tengo que contar algo. Yo leí la carta con la esperanza de descubrir el dueño de la cartera". Usted leyó la carta? No sólo la leí, también creo que sé dónde está Hanna. Se puso pálido de repente. Hanna? Usted sabe dónde está? Y es tan bonita como era? Por favor, por favor, cuénteme, me imploró. Ella está bien... es tan linda como cuando usted la conoció. Le dije suavemente. El hombre sonrió y preguntó. Me puede decir dónde está? Quiero llamarla mañana. Agarró mi mano y dijo: Estaba tan enamorado de aquella niña que cuando aquella carta llegó, mi vida literalmente terminó. Nunca me casé. Siempre la amé. Señor Goldstein, le dije, venga conmigo. Fuimos con él hasta el tercer piso, hasta la sala donde Hanna estaba viendo televisión. La enfermera caminó hasta ella. Hanna, ella le dijo suavemente, mientras señalaba a Michael que estaba esperando conmigo en la entrada. Usted conoce a este hombre? Ella se acomodó los anteojos, miró un momento, mas no dijo una palabra. Michael dijo suavemente, casi en susurro, Hanna, soy Michael, te acuerdas de mí? Eres tú, mi Michael. El caminó lentamente hasta ella y se abrazaron. La enfermera y yo partimos con lágrimas... Mira como el bueno de Dios trabaja. ¡Si tiene que ser, será! le dije. Aproximadamente tres semanas después recibí una invitación del asilo en mi oficina. Usted puede venir el Domingo para asistir a un casamiento? Michael y Hanna se van a casar. Fue un casamiento bonito, con todas las personas del asilo debidamente vestidos para la celebración. Hanna usó un vestido beige claro y bonito. Michael usó un traje azul oscuro. El hospital les dio un cuarto y si usted siempre quisiera ver una novia de 76 años y un novio de 79 años actuando como dos adolescentes, tendría que ver esta pareja. Un final perfecto para un caso de amor que había durado casi 60 años. Y no olviden. ¡Si tiene que ser... será!

Comentarios

Esther ha dicho que…
Hola, Fattyec:

Hacía bastante tiempo que no me pasaba por aquí... no sé cuánto y la verdad, es que me gustó mucho tu historia ¿será real?

A mí me gustan esos amores eternos. Son de lo mejor. Ojalá tuviera a alguien que me quisiera así pero, hoy en día las cosas son raras, superficiales, no sé... no duran muchas de ellas... Es raro, aburrido, asqueroso... Pero, qué más cierto que el dicho "mejor sol@ que mal acompañad@".

Saluditos.

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