PARA LOS NIÑOS

 
Probablemente no hay mejor modo de echar un vistazo al futuro que observar la cara de los niños.  Los niños que juegan hoy a mis pies o en mi barrio crecerán hasta ser los curadores del mundo.  Y en el fondo de mi corazón sé que, cualquiera sea la obra que estos niños elijan para su vida, siempre serán hijos muy amados de Dios.
 
¿Puedo acaso hacer algo mejor por mi familia, mi vecindario y mi mundo que ocuparme de los niños?  Ya sea madre, abuela, maestra u otra encargada del cuidado de niños, rezo por ellos con fe y con amor incondicional.
 
Les brindo el tipo de atención que les permita desarrollar las habilidades que Dios les dio, tan amable y bellamente como la rosa despliega sus pétalos a la vida de todos.
 

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